Con nubes rizadas blancas y un airecillo fresco. Luz rosada sobre las montañas del fondo. Así he encontrado el día al despertar.
Bajo dispuesta a prepararme el desayuno. Antes, abro la puerta que da por la cocina al jardín. Allí está ya impaciente e inquieta, Boni, gata atigrada, que al venirnos a esta casa, nos adoptó. Eligió su hotel 5 estrellas, y se quedó a vivir aquí en el jardín. Rapidamente, se lanza a su desayuno.
Se nos avecinaba un día un tanto...digamos que diferente...!
Despues de la calma que me rodeaba, con pájaros cantando, revoloteando en su árbol, un mar amable y azul, nadie podía prever, los acontecimientos que nos acechaban.
La cocina, con las puertas abiertas al exterior, el aroma de café, recién hecho y el olor a pan tostado, nos iban poniendo en marcha.
A las doce menos cuarto teníamos previsto salir en coche, camino de la Villa de Teguise, - antigua capital de Lanzarote.
- Antonio tiene cita con Leticia Pérez Guadalupe, su fisioterapeuta.
Cojo mis llaves, cierro las puertas y nos vamos.
Los veinte minutos de trayecto los consumimos charlando a ratos y oyendo música en la radio del coche.
Antonio se queda en la consulta y yo me dispuse a pasear tranquilamente por la Villa; a cada paso, turistas mirando lo que les rodea y haciendo fotografías. Al estar Teguise en una cota más alta, la temperatura es más fresca. Me abrigo con un chal y deambulo tranquilamente. Dispongo de una hora.
Por donde voy pasando me fijo y las pequeñas terrazas se empiezan a ocupar para el aperitivo o la comida.
Curioseo por las tiendas, compro alguna chuchería y sigo paseando.
Es la una. Aligero un poco el paso y casi enseguida estoy en el coche que está aparcado delante de la clínica. Aparece Antonio, entra en el coche y volvemos de regreso a casa. Al llegar a Playa Honda, decidimos parar y comprar el periódico. ¡Alarma! Antonio descubre con estupefacción, que tiene el pie derecho descalzo...por más que se afana, dentro del coche, no encuentra su zapato...! Mira y remira su pie, sin entender el misterio. -¿pero que hago yo así? - me pregunta. ¡¡No podemos con la risa!!
En medio del desconcierto llama a Leticia, tratando de indagar el paradero del zapato. Esta, en un primer momento, cree que es una broma de las suyas, pero al insistirle Antonio, abandona un momento el teléfono para comprobar...se asoma también a la calle y dice que allí de forma ominosa....,¡Está el zapato!
En vista de lo cual, damos media vuelta y ¡Otra vez a Teguise...!
Al llegar delante de la clínica, nos espera una señora muy amable, suegra de Leticia, que nos está esperando para hacernos entrega del "tesoro". Se bajó Antonio del coche y le dijo: "Muchas gracias, pero no crea que esto me pasa todos los días..!
Tuvimos la sesación que las personas que veiamos, nos miraban como si lo supieran. Estábamos seguros que las Noticias locales, comentarían:" ...anciano, paseando pierde un zapato..." En fín, ya recuperado el tan deseado zapato, otros veinte minutos de nuestro tiempo, y van sesenta, empleamos para regresar a casa.
¡Por fín llegamos y nos disponemos a entrar, ponernos el bañador y bajarnos un rato a la playa!
¡Pués no!
La llave no entra en la cerradura, el resto de las puertas están cerradas y yo, esa mañana hice una remodelación de mi llavero y decidí que ¿para qué cargarme con tantas llaves...? y solo tenía la llave de la puerta principal.
Todos los intentos que hicimos, fueron absolutamente infructuosos. No había forma de franquear la puerta.
Llamamos a Nildo, un señor italiano, que siempre que necesitamos hacer cualquier cosa en la casa, siempre viene en nuestra ayuda.
Nos promete que vendrá. Llega a los veinte minutos. Se pone manos a la obra, y comienza a perforar el "bombillo" por un determinado sitio, que habitualmente permite solucionar el problema. No obstante constata preocupado que hay una llave puesta por la parte del interior (la de Antonio) y esto dificulta considerablemente la solución. No tiene más remedio que perforar por la abertura del bombillo que es justamente donde está situada la llave.
Durante un par de horas trabaja con gran esfuerzo. Se produce un ruido horrísono - justo a la hora de la siesta - Se parten dos brocas. Conforme pasa el tiempo cunde nuestra desesperanza. Pensábamos que nos quedábamos definitivamente sin casa.
Añorando nuestras pertenencias en el interior y viéndonos ya de por vida, viviendo en nuestro coche, miramos con nostalgia hacia nuestra casa.
Nildo, sudaba, resoplaba (no maldecía) y más o menos a las dos horas de ímprobo trabajo, logró la perforación de la cerradura, empujó a una pequeña`pieza y la puerta se abrió!!
No pude quejarme ni acusar a Antonio, por el olvido de su zapato.
Por la imprevisión en mi llavero, también yo fuí culpable. ¡ESTÁBAMOS EMPATADOS!